Las altas temperaturas del verano pueden afectar negativamente a algunos elementos de nuestro vehículo. Una de las piezas más delicadas es el turbo. El turbo trabaja a una temperatura muy alta pero, debido al calor de esta época del año, resulta más difícil de refrigerar.
Para refrigerar el turbo se debe dejar el vehículo un par de minutos a ralentí después de llegar a nuestro destino. En caso de que no se refrigere bien se puede llegar a dañar el turbo, lo que supone un avería bastante importante y, sobre todo, costosa.
La electrónica es una parte muy importante de nuestro vehículo que sufre mucho debido a las altas temperaturas. Las centralitas normalmente están ubicadas cerca del motor, donde siempre hay bastante temperatura. Es importante tener todas las tomas de aire del motor limpias y en buen estado. Si la temperatura de las centralitas es muy alta, la electrónica de nuestro coche puede fallar hasta que la temperatura vuelva a descender.
Las altas temperaturas también disminuyen el rendimiento del motor. El motivo es sencillo, cuanto más calor hace, menos volumen de oxígeno encontramos en el aire, por lo que la combustión en los cilindros es peor, reduciendo el rendimiento del coche. Es un problema sin solución, perderemos rendimiento pero el coche no se avería por este motivo. En los motores turbo podemos llegar a perder entre 15 y 20 cv.