Es recomendable la limpieza regular de las llantas para evitar la acumulación y el quemado del polvo de los frenos y otros contaminantes con un producto específico. Tras un corto período de reacción del limpiador, aplique un potente chorro de agua a las llantas a una distancia de 10 o 15 cm. No usar cepillos de cerdas duras ni esponjas ásperas.
Por último, recuerde pulir las llantas entre dos y cuatro veces al año con cera dura para que la superficie esté siempre bien sellada, así como revisar la sujeción a los 200 km desde el cambio.